Querido/a amigo/a
España, pese a múltiples dificultades, ha logrado convertirse en un espacio de convivencia inédito en su historia. En los últimos cuarenta años el camino para construir una sociedad libre y respetuosa con las ideas de los demás ha sido duro.
La lacra del terrorismo, antes y ahora, supone un reto ante el que los españoles han sabido demostrar su valentía, su condena y una unidad capaz desecha de banderas e ideologías. Pese a lo ocurrido en las últimas semanas tras el horrible atentado en Barcelona, estoy plenamente convencido de que esa unidad frente al terror sigue siendo la consigna de la inmensa mayoría de españoles y, por supuesto, de catalanes.
Si bien el terrorismo ha sido una dura piedra de toque en este país para demostrar la fortaleza de nuestra democracia, también la política ha tenido que sortear durante estos años obstáculos sobre los que se ha impuesto, una vez más, el entendimiento, el debate, la razón sobre las ideas de unos y de otros. Y así nos adherimos a Europa, nos incorporamos a la OTAN, aprobamos estatutos de autonomía, cambiamos leyes que limitaban los derechos de muchos y, en general, convertimos a España en una realidad democrática consolidada; con sus defectos, por supuesto, pero que cuenta con el ánimo de las fuerzas políticas y sociales para seguir mejorándola.
Y ahora, después de tanto, hay unos pocos que todo intentan quebrantarlo en las últimas semanas. Lo ocurrido en el Parlamento catalán la pasada semana es uno de los mayores ataques a nuestra democracia. Se ha vulnerado el estado de derecho y la impunidad se ha querido disfrazar de libertad, siendo todo lo contrario: un verdadero ataque al epicentro de la convivencia.
Que una minoría imponga sus criterios a una mayoría sin ni siquiera darles a estos últimos la oportunidad de expresarse y defender a todos aquellos catalanes a quienes representan, es propio de intolerantes y de regímenes absolutistas. Las leyes que los independentistas radicales han aprobado en contra del ordenamiento jurídico, con alevosía y nocturnidad, solo buscan imponer a todos los catalanes algo que, en realidad, no quiere la mayoría de catalanes ni la totalidad de los españoles. No se puede iniciar unilateralmente un proceso de desmembración de España así, con desdén y desde el autoritarismo. Y lo que es más grave aún, engañando al pueblo catalán; engañando incluso a quienes legítimamente pueden creer en la independencia como objetivo político. Estoy convencido de que, en breve, serán los propios catalanes quienes demanden que de una vez cese este sinsentido.
No hay un solo organismo internacional que apoye la llamada desconexión. Europa, por ejemplo, que lucha cada día por una unidad mayor, rechaza con contundencia el camino emprendido. "Una Cataluña independiente nunca será reconocida por la UE", ha declarado alto y claro el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Es más ha asegurado que si Cataluña se transforma en un nuevo Estado independiente, se convierte también en un tercer Estado respecto a la UE. No se le aplicarán los Tratados de la Unión. Ni siquiera las fuerzas políticas nacionalistas de otros países han mostrado su apoyo; saben que la hoja de ruta, el proceso, es inviable y, sobre todo, contrario a un espacio de convivencia como es la UE.
Ahora toca a la justicia y a la política actuar. Con contundencia y dejando siempre claro quiénes son los que están cometiendo ese ataque a la convivencia. Cataluña es España, y España es Cataluña. Nuestro país no se entendería sin la diversidad cultural, el empuje económico, la realidad social y la historia reciente de lucha en común para levantar un estado moderno y libre sin Cataluña. Quizás ahí se ancle la mayor razón para concluir que la idea de separarnos los unos de los otros es inviable. Somos parte de algo mucho más grande que nos une y nos identifica.
Precisamente el futuro de Europa centrará buena parte del primer Pleno del nuevo curso político que acogerá la Eurocámara este miércoles. Será el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, quien presente el trabajo de la Comisión del último año, así como los planes de futuro. Además, ese mismo día el Parlamento decidirá destinar 1,2 billones de euros del Fondo de Solidaridad europeo a los afectados por los terremotos en el Centro de Italia. El martes, votará la iniciativa Wifi4EU que permitirá a los ciudadanos acceder a internet en cualquier espacio público europeo y el jueves, dará su visto bueno a la modernización del Acuerdo de Asociación entre la UE y Chile, que incorporará la liberalización del comercio de bienes y de servicios, las normas que regulan los derechos de establecimiento y el acceso mutuo a las compras públicas.
Será una semana de una actividad frenética, en la que quedará constituida la nueva Comisión Especial sobre Terrorismo de la Eurocámara, y se debatirá sobre los últimos acontecimientos en Venezuela y en Turquía.
Un abrazo,
Gabriel Mato Adrover
Eurodiputado
Partido Popular