Queridos/as amigos/as
Este martes, y en tan solo menos de un minuto, todos los españoles fuimos testigos de cómo el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, declaraba la independencia de Cataluña para, pocos segundos después, suspenderla de manera inmediata. Su comparecencia fue la escenificación de una farsa que ni siquiera los partidos que han apoyado todo el proceso han sido capaces de digerir.
Con su intervención, Puigdemont solo ha conseguido aumentar la incertidumbre que, desde hace ya demasiado tiempo, tiene sumido al país en una parálisis que afecta en su día a día a todos los ciudadanos.
Las consecuencias de la proclamación y supuesta suspensión de una independencia ficticia, tras la celebración de un referéndum ilegal que atentó contra el orden constitucional, es lamentable; más aún, después de ver la respuesta unísona de los cientos de miles de españoles, que nos trasladamos de gran parte de la geografía española, en las calles de Barcelona.
Fue unánime el grito de esa mayoría que se ha intentado silenciar e ignorar por parte de una minoría separatista. Fue emocionante ver el reconocimiento que recibieron de tanta gente anónima los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Y muy alentador, para quienes creemos y trabajamos desde Europa por los intereses de España, las imágenes que ese mismo día se difundieron desde la explanada del Parlamento Europeo en Bruselas.
En ese marco, resulta sumamente importante la decisión del Gobierno de España que, avalado por las principales fuerzas políticas de nuestro país, ha instado al presidente de la Generalitat a que especifique si ha declarado o no la independencia. Eso sí, sin olvidar en ningún momento, que la democracia no puede ejercerse al margen de las normas establecidas. "No puede haber mediación posible entre la ley aprobada democráticamente y la desobediencia", como ayer dijo Mariano Rajoy. Las consecuencias de una independencia serían, como ya se está viendo claramente, muy perjudiciales principalmente para Cataluña, pero también para España y Europa.
Espero que la unidad de España acabe triunfando por encima de los intereses particulares, por encima de quienes se han saltado la ley y han perdido, por tanto, la legitimidad para erigirse como portavoces del pueblo.
Cataluña nos preocupa a todos los que nos sentimos demócratas. Incluso estando en Washington, ciudad a la que llegué el miércoles como miembro de la Delegación de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo que asiste a la Conferencia Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI), después de tres días en Bruselas, donde he recibido la visita de 23 alumnos del IES Santa María de Guía de Gran Canaria. Todos ellos tuvieron la oportunidad de conocer de cerca la realidad y el día a día de cuánto hacemos en la Eurocámara.
Aquí, en la capital de EE.UU., tendré la oportunidad de reunirme, entre otros, con el secretario general de la OCDE, Ángel Gurria; con el ministro de Finanzas en funciones alemán, Wolfgang Schauble, y con el director general del Mecanismo europeo de estabilidad, Klaus Regling.
De las conclusiones más importantes, os daré cuenta la semana próxima.
No quiero terminar estas líneas sin trasladar mi más sentido pésame a los familiares y amigos del piloto Borja Aybar, fallecido ayer al estrellarse su caza cerca de Albacete, tras participar en el desfile de la Fiesta Nacional. Desde aquí, todo mi apoyo y reconocimiento.
Un abrazo,
Gabriel Mato Adrover
Eurodiputado
Partido Popular